viernes, 3 de julio de 2009

Efectos negativos del pensamiento positivo

Fuente: www.ElPais.es Blogs

Visualizad un saltador de altura en un estadio abarrotado de público instantes antes de intentar superar su mejor marca personal.Escuchad las palabras que se repiten dentro de su mente: “venga! venga! yo puedo hacerlo!”, “soy el mejor!”, “estoy preparado! éste es mi momento!”…Quién sabe cómo, pero estos mensajes harán que sus músculos y coordinación respondan mejor que si piensa: “uff! Qué alto está estooooo….”, o “a ver, sé racional… si nunca has superado esta altura, qué te hace pensar que vas a hacerlo ahora? Tú tranquilo, inténtalo, pero mejor no te hagas muchas ilusiones…”Si fueras su entrenador, sin duda le gritarías mensajes positivos del primer estilo.

Ahora imaginemos un adolescente cuyo sueño es ser futbolista profesional y está dispuesto a entrenar lo que haga falta, e incluso sacrificar sus estudios si es necesario. Pero resulta que es un poco patata. ¿Le animaríais diciéndole que es el mejor, que querer es poder, y que algún día ganará un mundial con la selección española? Obvio que no le pondríais el listón tan alto.
Pongamos un ejemplo intermedio, y que puede ser extrapolado a nuestras ambiciones profesionales, búsqueda de pareja, conseguir un mejor aspecto físico, o cualquiera de los retos a los que nos enfrentamos en nuestra vida cotidiana:Vuestro hijo va a jugar un partido de tenis contra un rival que es mucho mejor que él. Sus posibilidades de ganar son mínimas, pero sin duda existen. ¿qué le decís? ¿hacéis caso de los psicólogos defensores de “el poder del pensamiento positivo”, y le espoleáis diciéndole que puede ganar, que él es tan bueno como su contrincante, que va a conseguirlo… o cualquier otro mensaje positivo que aumente su estado de ánimo?En serio, qué haríais? ¿pensáis que esta es la mejor estrategia para mejorar su confianza?
Según una investigación reciente de científicos canadienses, depende. ¿y de qué depende?Del color con que se mire todo.... No! Del nivel de autoestima de vuestro hijo.A las personas con autoestima alta el pensamiento positivo efectivamente les refuerza y causa un efecto favorable. Pero a las que tienen baja autoestima, al contrario de lo que aseguran la mayoría de libros de autoayuda, puede hacer más mal que bien.

El experimento que sustenta esta hipótesis es muy sencillo (quizás demasiado), y aparece publicado en el artículo “Pensamiento positivo: poder para unos y peligro para otros ”:
Los psicólogos autores del estudio pasaron primero el test Rosenberg de autoestima a un grupo de voluntarios, y seleccionaron a los que puntuaron dentro del tercio más alto de la escala de autoestima, y a los que estaban en el tercio más bajo.Luego, a los 68 hombres y mujeres elegidos les pidieron que estuvieran varios minutos escribiendo en un papel las reflexiones y sentimientos que les pasaran por la cabeza. A la mitad de todos ellos –tanto los de autoestima alta como baja- les solicitaron que cada vez que oyeran una campanilla, se concentraran y repitieran para sí mismos de manera bien convencidia: “soy una persona encantadora”.Una vez terminada esta parte del experimento, a todos les hicieron preguntas tipo “valora de 1 a 35 cuál es la posibilidad de que alguien de 30 años tenga una relación romántica feliz”, con el objetivo de medir su estado de ánimo.

Los resultados dan que pensar:Dentro del grupo con autoestima alta, aquellos que habían repetido varias veces el mensaje positivo “soy una persona encantadora” puntuaron de media 31, por 25 los que no habían repetido la frase. Su estado de ánimo mejoró.Sin embargo, en las personas con autoestima baja, los que se veían forzados a autoanimarse puntuaron 10 en el indicador de estado de ánimo, por 17 los que no tuvieron que repetir algo que en el fondo no pensaban. La frase tuvo un efecto negativo.

La conclusión general es que el pensamiento positivo no tiene porqué resultar positivo para todo el mundo.Si bien a algunos les ayuda, a otros puede crearlos un cierto tipo de conflicto, de sensación de autoengaño, de resistencia, de comparación odiosa con un ideal que saben no pueden alcanzar, y reforzar la percepción negativa sobre uno mismo.
Es decir, si tu hijo sabe bien que su rival es muchísimo mejor tenista que él, decirle “ánimo que vas a ganar! Tú eres más bueno que él!”, en algunos casos puede motivarle, pero en otros ser contraproducente. Mejor dejarle jugar tranquilo y sin presión.

Conclusión dos: Lo mismo ocurre en muchos aspectos de nuestras vidas. si eres un winner emprendedor, seguro de ti mismo, convencido que the sky is the limit, y ansioso de conseguir la felicidad siendo el number one o ganando millones de dólares al año, cómprate uno de esos libros que te ayudarán a conocerte peor (perdón… a sacar lo mejor de ti…) , pero si tu autoestima está por los suelos por el motivo que sea, el típico libro de autoayuda diciéndote lo maravilloso que en realidad eres, las metas profesionales que puedes conseguir, o que de ti depende tener la silueta de tal actriz fabulosa, cuidado que quizás te llegue a perjudicar...

Un comentario fabuloso a mi parecer remitido por un anonimo lector a raiz de este articulo lo adjunto tambien de manera literal:

Qué tal,
Un par de comentarios:

a. No me parece demasiado impresionante que un grupo de personas que han obtenido puntuaciones de autoestima altas vean su autoestima incrementada aún más tras repetir un ejercicio, ni que las que la tienen baja la vean disminuir. Imaginemos que, en vez de repetir un estímulo verbal de autosugestión, se prueba otro estímulo (una condición de control que, de hecho, también habría que haber aplicado), por ejemplo lanzar una pelota. ¿Habrá mejora en el caso de optimistas y empeoramiento en el caso de pesimistas si lanzan la pelota? Porque la mejoría podría ser indirecta y derivarse de la actividad/experimento, no del estímulo verbal ni de su significado subjetivo: podía ser simplemente que los optimistas no tuvieran preocupaciones y que, para ellos, participar en tal o cual actividad fuera divertido e incrementara sus puntuaciones en exámenes de autoestima subsiguientes, mientras que los pesimistas podrían serlo por alguna razón, podrían ver el juego de pelota, o el experimento, como una tontería que les hace perder el tiempo, y eso podría hacer bajar sus puntuaciones. Por ejemplo, una tarde de cine se percibe subjetivamente de manera muy diferente (y dará lugar seguramente a puntuaciones de autoestima también diferentes) si uno va con la preocupación de tener que acabar un proyecto para el día siguiente en la cabeza, o si uno va con todo en orden y con la única obligación de pasarlo bien. Así que habría que descartar primero el impacto que la realización del propio experimento pudiera tener sobre las puntuaciones.

b. Han probado el "estímulo positivo" y el "no estímulo", pero posiblemente también haga falta investigar el "estímulo negativo" o castigo. La gente con baja autoestima puede ser simplemente gente con un gran afán de superación que se imponga metas muy altas y para las que la actividad de repetir "soy el mejor" sea deprimente por lo que tiene de ridículo y bobo. En cambio, la noción de castigo puede resultares mucho más sugerente. Yo he sido un perfeccionista toda mi vida y a mí la idea de pasarlo bien no me dice mucho, pero en cambio la idea de no cometer errores no me sale de la cabeza. Posiblemente diferentes personas requieran diferentes estímulos.

c. ¿Qué pasa con los descartados? Jugar con los "ya optimistas" y los "ya pesimistas" sólo permite ver que los optimistas se vuelven más optimistas y los pesimistas viceversa, pero lo interesante sería ver cómo afecta el ejercicio de repetir "Soy encantador" a la gente indecisa a la que puede ayudar a decantarse en una dirección u otra. Sólo entonces, de hecho, podrá verse si el ejercicio en sí tiene algún efecto. Hasta entonces, la asunción de que el estímulo verbal en cuestión es negativo para pesimistas y positivo para optimistas es sólo una asunción. Habría que probar otros estímulos, verbales y no, positivos y no, con sujetos optimistas, pesimistas y a medio camino, y controlar todas las variables.

Si es que eso de la psicología no es moco de pavo. De todas maneras, es curioso que la separación entre ambos grupos haya sido tan pronunciada; yo no lo habría dicho nunca.

1 comentario:

  1. Hace años me metí en una empresa americana de network y como estaba necesitando hacer algunos cambios en mi vida, me metí de lleno en su sistema de "espíritu positivo" leyendo docenas de libros y dejándome bombardear y machacar con ese mundo de ideas que terminaron asqueándome. Cuando recorro las librerías siento verdadera repulsión por los clasificados como de "autoayuda", consecuencia del atracón que me di en su momento con todos ellos. :-). Un saludo. Elizabeth

    ResponderEliminar